martes, 19 de abril de 2011

Querido Nadie

Me preguntas por qué me ofendo si te niegas a coquetear conmigo, cuando soy yo la que siempre te rechaza...
¿Realmente no lo sabes? ¿Tan complicado es de entender?

No es lo mismo rechazar propuestas indecentes en todo de burla o broma, que decir que ni borracho ligarías conmigo...
Y si me ofendo, es porque me importas, porque rechazo tus declaraciones sarcásticas, porque no son más que eso, sarcasmo, tu coqueteo por inercia hacia toda mujer que te rodee.

Y me ofendo, porque me he vuelto adicta a ti, porque si paso un día sin hablar contigo te echo de menos, porque si no juego contigo, no me apetece jugar...

Porque nadie consigue hacerme reír y llorar en la misma conversación. Porque nadie es capaz de hacer que le odie tanto porque tiene razón y quisiera que no fuera así, porque me conoces y me dices justo lo que no quiero oír a pesar de que en el fondo es la verdad.

Porque nos conocemos desde hace poco tiempo, pero te conozco tan bien, y tu a mí, que parece que lleváramos siglos y siglos el uno junto al otro.
Si no entiendes porque me ofendo, quizás sea que no me conoces tanto, o porque me conoces demasiado y me pichan, me retas, para que sea yo quien te lo diga, quien lo demuestre...

Pero que pasaría si mi instinto no estuviera equivocado...
Siento que no soy más que tu mejor amiga, tu consejera, tu confidente, tu mano derecha. Y si es cierto eso que dices entre dientes y bromeando de que solo me tiras los tejos como algo cotidiano, como el que cada día cuando sale del trabajo se pasa a comprar el pan...

Y si me desnudo ante ti, si te digo lo que pienso, lo que siento, y no hago más que el imbécil y acabo jodiendo lo único que tenemos que realmente merece la pena, nuestra amistad, nuestras charlas diarias, nuestras reflexiones sobre el todo y la nada. Prefiero el silencio y rechazar tus insinuaciones burlonas día tras día, si con ello no pierdo nada de lo que ahora tengo de ti.

He vuelto a entrar en uno de esos bucles infinitos de duda, incertidumbre e indecisión...

Huyo con cobardía a refugiarme en otros brazos que no supongan nada para mi, para que no puedan desvelar mi alma con una simple mirada...

A pesar de ello, siempre permaneceré a tu lado, observando desde la sombra, escuchando tus cariñosas obscenidades y rechazándolas, siendo quien soy, sin cruzar límite alguno...

Con miedo y cobardía me despido por siempre:
Sin Remite