sábado, 7 de mayo de 2011

Querido Nadie

Intento huir de ti. Huir de lo que siento. Me engaño, me miento a mí misma, me niego continuamente que te amo.

Me voy lejos creyendo que si no te veo, si no hablo contigo, si desaparezco todo pasará. Pero consigo lo opuesto. Estás más presente que nunca en mis pensamientos. Todo me recuerda a ti, cada cosa se hago, digo o pienso…

Intento ocultarlo de tal modo que he dejado de hacer cosas que me hacen ser quien soy, que me definen. He dejado de escribir, porque si lo hago desato la cadena de sentimientos y emociones que intento reprimir. Porque por una vez, por primera vez en mi vida, quiero dejar de ser yo misma.

Siempre he sido una mujer independiente, segura de sí misma, con los pies en la tierra y convencida de que puede lograr todo cuanto se proponga. Siempre he sido una miedica, una asustadiza y temerosa de todo… pero jamás he temido al futuro, más bien lo contrario. Siempre tenía la mirada fija en el horizonte, deseosa de nuevas cosas, de conocer el futuro y lo que está por venir.

Pero ahora… se me han acabado las metas, se me ha ido la ilusión y las esperanzas… No sé que quiero para mi vida futura. Tengo miedo a lo que está por venir.

Ahora puedo pasearme a oscuras por una casa vacía sin miedo a que algo o alguien salgan de la nada. Puedo conducir horas y horas en solitario sin miedo a un accidente o a que me pare la policía. Tengo valor para caminar sobre rejillas o superficies inestables sin miedo a caer al vacío…
Pero temo ser quien soy. Temo ser la mujer amargada y solitaria que finge ser tan solo tu mejor amiga, pero cuando está sola en su habitación llora tu ausencia…

Siempre que hablamos, cuando estas triste y me cuentas tus problemas, me sueles decir que lo único que quieres es que alguien te cuide, que alguien te mime, que alguien te quiera, pero que lo hagan porque realmente lo sientan, no porque es lo que tú quieres que hagan por ti.

Cuando me dices eso, me dan ganas de sostener tu cabeza sobre mis manos, hacer que fijes tu mirada en la mía y decirte que me mires, que me tienes delante. Que soy yo la que te cuida, la que hace lo posible porque estés bien cuando crees que nada tiene sentido, la que intenta que vuelvas a ser ese gato callejero que siempre pretendes ser cuando se te olvida serlo. Soy yo la que te mima, la que te acoge en su regazo y te acaricia hasta que todo el mal se va y concilias el sueño. Y que soy yo la que te quiere, porque si no lo hiciera no estaría huyendo, no pasaría horas escuchando que la mujer a la que amas te ha roto el corazón, y no me pasaría después horas recogiendo y recomponiendo los pedazos. Te quiero… porque si no lo hiciera, dejaría a un lado nuestra amistas y desde el primer momento me habría lanzado a tus brazos suplicándote un beso y tu amor eterno…

Recuerdas aquel día que se me vio el plumero, aquel momento en que te diste cuenta que yo sentía algo por ti. Y me preguntaste porque no te había dicho nada. Yo conteste que no lo había hecho porque no tenía importancia, porque era un capricho pasajero. Y me intente convencer de ello una y otra vez… Pero en realidad no te había dicho nada porque es demasiado grande, porque es demasiado importante. Y porque si te lo dijese todo esto acabará. Porque prefiero ser tu mejor amiga, tu confidente, tu paño de lagrimas y tu compañera de juegos, a que en algún momento pase a ser una más, la siguiente en la lista, una de tantas con las que has estado y has intentado querer tan solo con el propósito de olvidar a la única mujer que realmente has amado, amas y amarás…

Necesito tiempo… no sé si para olvidarte o para armarme de valor. Pero he de seguir adelante, seguir con mi vida, ver que pasa y acabar con lo poco o mucho que tengo entre manos. Voy a dejarte experimentar, que juegues con tus juguetes nuevos, que veas que pasa con tu vida, con tus chicas, con tu amada. Y algún día… cuando todo esto me suene a pasado o por el contrario esté cansada de que todo esto siga siendo mi presente, actuaré. Me armaré de valor y te diré que me mires, que me veas, que quizás simplemente llegue a ser una más para ti, pero que tú lo eres todo para mí.

Hasta entonces, seguiré escondida en algún rincón llorando tu ausencia y escribiendo estas cartas: Sin Remite.

No hay comentarios:

Publicar un comentario