domingo, 27 de noviembre de 2011

Querido Nadie

Hoy he estado haciendo memoria, recordando tiempos lejanos, algunos dirían tiempos mejores. Pero para mí ahora mismo cualquier tiempo fue mejor...

Me ha entrado melancolía, añoranza.
He comenzado a echar de menos algo que hacía demasiado tiempo que no necesitaba, o no creía ni quería necesitar.

He recordado el suave tacto de una delicada y fina piel.
El olor afrutado y dulzón de largos cabellos sedosos.
El sabor de unos voluptuosos labios con un pequeño toque de carmín.
La delicadeza, elegancia y sensualidad de las curvas de un cuerpo esculpido entre ensoñaciones.

He estado absorta en un amor fraternal, platónico e inalcanzable y olvide la atracción mundana, carnal y seductora del género femenino.
Pasión que en sus tiempos me trajo tantos dolores de cabeza, incomprensión y desconcierto, pero me reconfortaba de tal forma que me dejaba caer en esa maraña de seducción y elegancia.

En pocas ocasiones he tenido el placer de disfrutar de la dulzura de una voz femenina al despertar. De la suavidad de una piel casi porcelánica, frágil, tersa y brillante. De la calidez de unos labios enrojecidos sin necesidad de carmín que dan lo más tiernos besos que cualquier querubín desearía degustar. Del placer de enredar mis dedos en una larga melena suave, sedosa y con un embriagador aroma, que en ocasiones dudas si de procedencia humana, divina o de algún producto de belleza, pero que mientras huela tan bien carece de importancia su procedencia.

Esta mañana al despertar se han apoderado de mí todos esos recuerdos, y después de tanto tiempo he echado de menos a todas aquellas mujeres con las que compartí mi vida en tiempos casi olvidados, que aunque no hayan sido muchas, su escasez en número no ha disminuido su relevancia en mi vida.


Con una sonrisa en la cara, que ha estado exiliada en estos últimos tiempos, me despido esperando que una bella Victoria Alada aparezca misteriosamente en el lugar de donde se mandan estar cartas Sin Remite.

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