miércoles, 13 de julio de 2011

Querido Nadie

Odio la distancia a centímetros.
Odio desearte y no poder siquiera dirigirte la palabra.



Tu indiferencia. Ausencia de aprecio. Me siento invisible a tu lado, ausente, desaparecida. Haces que crea que carezco de valor, de existencia, de alma. No sé si eres consciente de lo que haces o de cómo me haces sentir. No lo sé, y no quiero saberlo, porque ya bastante duele el hecho en sí, como para asimilar la causa.



Si no eres consciente… descubrir que realmente no aporto nada a tu existencia ni a tu bienestar, sería horrible.

Si eres consciente… no puedo comprender esa crueldad. Entiendo que quieras evitarme, impedir que ciertos sentimientos se acrecienten en mí, porque podrían en peligro nuestra amistad. Pero precisamente por respeto a la misma, deberías tratarme como a los demás, y no provocar tal sufrimiento en mí.

Por ello, no quiero saber cuál es la causa, pues no podría soportar ninguna de las opciones.



Ausente e invisible me escabullo y acabo huyendo a un lugar donde mi soledad este justificada por la ausencia de compañía.

Sin presencia.

Sin Remite.

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