jueves, 11 de agosto de 2011

Querido Nadie

Llevo meses convenciéndome de que esto es pasajero. Que es una tontería momentánea, un amor adolescente que se pasara.
Pero ya no soy una adolescente, y tras un año de auto convencimiento no es algo pasajero, y los sentimientos tan arraigados no son una tontería.

Pero temo luchar, porque temo perder.

Nunca me ha dado miedo decir lo que siento, declararme sin un atisbo de duda ni vergüenza. Pero en las demás ocasiones no tenía nada que perder, y tampoco era algo tan profundo.

No es un simple capricho, no es lo típico de: “¡oh, que chico tan guapo! Me hace reír, parece buen tío, me gusta.” Porque es algo mas, es mucho mas, es el hombre con el que quiero compartir mi vida, estoy tan enamorada de él como de su ADN porque es el que quiero para mis futuros hijos, admiro sus valores y sus principios y quiero que sean los que predominen en mi vida y en la de mis descendientes. No es un simple chico guapo, es el hombre adecuado.

Pero aun somos jóvenes, no somos adolescentes, pero somos unos adultos noveles, demasiado novatos para el mundo real. Aun vemos las cosas desde el punto de vista de un niño pequeño, y en parte eso es bueno, pero hace que los deseos y las metas se conviertan en caprichos. Pienso que es pronto para algo tan grande, pero es demasiado grande como para dejarlo ir.

Tengo miedo de luchar y ganar la batalla, porque una batalla no supone la victoria en la guerra, y qué más da ganar la primera lucha si se pierden todas las siguientes.
Y si pierdo la primera batalla… quizás sea el principio de perder la gran guerra.
Odio el pesimismo que me invade, nunca he visto el vaso medio vacío, pero tengo tanto empeño y deseo en que este completamente lleno, que verlo a la mitad hace que no sea suficiente.

Maldita duda, maldita vida compleja, maldita niña enamoradiza: Sin Remite.

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