miércoles, 7 de septiembre de 2011

Querido Nadie

Te vas.
Te escapas entre mis dedos y no puedo hacer nada por retenerte. Cada segundo, cada instante, cada abrir y cerrar de ojos hace que tenga menos de ti.

Soy como un niño pequeño solo en el aseo, frente al lavabo, jugando a atrapar el agua, intentando cortarla, o retener toda la posible en sus diminutas manos sin que haya una sola fuga. Y se acaba enfadando por no conseguir sus objetivos.

Solo que yo soy más estúpida aun, yo tan solo he querido retenerte entre mis manos sin hacer fuerza para que no te escurrieras entre los dedos, sin preocuparme de tapar las fisuras por la que podías filtrarte. Tan solo esperaba un milagro y que las leyes de la física dejasen de cumplirse para así poder tener eternamente un puñado de agua para mí.

Sé que he pedido demasiado, he deseado lo imposible, y no he hecho nada por conseguirlo. Tan solo me he conformado con el hecho de pedir, como si con eso bastara. Ahora te vas, y noto tu ausencia incluso antes de tu marcha, te echo de menos cuando aun ni tan siquiera te he perdido de vista.

Sé que nada cambiará, sé que volverás, sé que seguirás siendo mi mejor amigo y yo la tuya. Lo que me molesta es que no haya tenido los arrestos en todo este tiempo de decirte lo que siento, de demostrarte cuánto eres para mi, cuan deseo que seas para mí por siempre. Sé que las cosas seguirás estando como están aunque estés un poco más lejos, como han estado todo este tiempo atrás, todo igual. Eso es lo que me entristece, lo que me preocupa, lo que me duele, que todo sigue igual, y por mucho que me dije que iba a hacer o decir, no he hecho ni dicho nada, no he tenido coraje, valor, tan solo he tenido miedo.

Y ahora te vas.

Sin Remite.

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