jueves, 10 de febrero de 2011

Querido Nadie

Desearía poder abrazarte ahora mismo. Hoy más que nunca necesito una abrazo tuyo…

Ojalá todo fuera más simple, ojalá pudiéramos estar juntos, ojalá… ojalá… ojalá…

No sé hacer otra cosa más que pedir, rogar, desear.

Bueno sí, sí que sé hacer otra cosa, amarte. Amarte entre lágrimas. Amarte en la soledad de mi alcoba. Amarte en la oscuridad de las noches sin ti. Amarte a escondidas, con miedo a pensar demasiado en ti no sea que alguien me descubra y me pregunte. No quiero que nadie sepa que te amo. No quiero que tú sepas que lo hago.

Ojalá pudiese odiarte, ojalá…

Pero no puedo. Debería odiarte porque con tu ausencia me haces sufrir. Y cuando estás presente el mero hecho de no poder ser por siempre tuya me tortura.

¿Por qué todo es tan complicado? ¿Por qué si dos personas se aman el universo tiene que maquinarlo todo para que las cosas salgan mal y no puedan estar juntas? ¿Por qué tengo que odiar al destino en lugar de odiarte a ti? ¿Por qué tengo la necesidad de odiar a alguien? ¿Por qué tengo el castigo de amar? ¿Por qué tengo un corazón que no sabe más que bombear sangre al ritmo de tu nombre? ¿Por qué te amo? ¿Por qué amarte a ti y no a otro?

Entre “ojalás” y “por qués” paso la noches empapando la almohada con agua salada que brota de mis ojos. Entre ruego y cuestiones paso mis días con esta mirada triste fija en la ventada esperando a que vuelvas.

Y en un mar de dudas. No sé qué sería lo mejor, si que todo fuera “perfecto” o si pudiera odiarte y olvidarlo todo. Ni siquiera sé que es lo que yo quiero. Tan solo sé que lo que no quiero. No quiero estar triste.

No quiero ser este alma triste que lentamente muere por ti y se desahoga entre lágrimas cada noche con estas cartas Sin Remite.

No hay comentarios:

Publicar un comentario